domingo, 3 de enero de 2010

Los espavientos ante la identidad socialista del FMLN

Es curioso –y hasta risible— cómo en algunos sectores de la derecha (que encuentran eco en algunas empresas de comunicación también de derecha) pareciera que se acaba de descubrir la identidad socialista del FMLN. Y no sólo eso: se muestran escandalizados como si se tratara de algo que, además de aterrador, es imperdonable. Asimismo, no sólo no se guardan sus fantasmas para sí, sino que los difunden ante la sociedad, con el fin de generar miedos, incertidumbres y desconfianza.  

Cuando la prensa de derecha insiste en la autodefinición ideológica tanto del FMLN como del presidente Funes, lo que busca es crear una discordia ideológica innecesaria, pero útil para salirse con la suya: hacer que el presidente Funes y el FMLN tensionen sus relaciones e introducir en la conciencia ciudadana la idea de que cada uno de ellos quieren cosas distintas e incluso opuestas

Ese es un frente de su batalla. El otro es sembrar la discordia entre el presidente Mauricio Funes y el FMLN, forzando (y tensionando) posiciones  ideológicas que, en sus diferencias, no tienen por qué comprometer ni la calidad de la gestión del presidente Funes ni la calidad del proyecto político del FMLN. 

Y es que mientras que para este último es fundamental su definición ideológica –la cual nunca ha sido ocultada ni trasegada a través de algo que no es—, para el presidente de la República, en su carácter de tal, el tema crucial no es su ideología –de la cual se sabe también que no es comunista-socialista—, sino su capacidad de gestión gubernamental, en orden a atender los problemas cruciales de El Salvador. 

Cuando la prensa de derecha insiste en la autodefinición ideológica tanto del FMLN como del presidente Funes, lo que busca es crear una discordia ideológica innecesaria, pero útil para salirse con la suya: hacer que el presidente Funes y el FMLN tensionen sus relaciones e introducir en la conciencia ciudadana la idea de que cada uno de ellos quieren cosas distintas e incluso opuestas. 

En esta maniobra perversa una de sus cartas preferidas es Hugo Chávez, en torno al cual se pretende explotar las diferencias entre ambos. Y junto a Chávez está el tema del momento: el “socialismo del siglo XXI”, caballito de batalla de toda una legión de comentaristas, presentadores, columnistas y analistas que, por lo general, ni saben nada del socialismo clásico ni del socialismo latinoamericano ni de esa variante reciente del mismo –aun en elaboración—que es el socialismo del siglo XXI.  

Su perversidad, además de ignorante, es absurda: la alianza entre el FMLN y Mauricio Funes, cuando este era candidato, nunca supuso un cuestionamiento (ni un rechazo) por parte de este último a la identidad ideológica del FMLN (ni a sus afinidades con Chávez); ni una exigencia, por parte del FMLN a Funes, para que éste se definiera como socialista o hiciera suya sus afinidades con determinados líderes internacionales. No tiene porqué ser distinto eso ahora. 

Hay que aceptar, guste o no, lo que el FMLN es. Y de lo que se trata, en el caso del presidente Funes, es que gobierne bien.

 Eso es lo que la sociedad espera de él. 




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